Las situaciones que genera el frío en el cuerpo humano son objetivo de continuos avances de la ciencia, que cada vez más se aproxima a conquistar terrenos más inhóspitos, acaso en otros mundos. La medicina alternativa siempre se vio en la necesidad de recurrir a elementos naturales desde hace siglos, y un buen ejemplo de esto es la escena en que Dersu Uzala (en la película homónima de Kurosawa) junta hierba sobre un lago congelado para pasar la noche cubierto y a salvo. En este caso no es necesaria la acción sobre el interior del cuerpo, puesto que los efectos del frío al principio son solamente externos, antes de que pase a mayores. Son entonces las medidas preventivas y la acción sobre el ambiente y su contacto con el cuerpo lo que definirá la evolución del paciente luego, en caso de ser necesario, en alguna unidad de cuidados especializados.

Podríamos decir que la congelación es la consecuencia de la exposición durante un tiempo prolongado a un frío intenso (generalmente, varios grados bajo cero). Los vasos sanguíneos se contraen para mantener el calor en los órganos vitales, como en el caso de la hipotermia, y los tejidos que se ven privados de oxígeno, calor y nutrientes sufren lesiones más o menos graves. En este caso, la persona afectada puede tener el cuerpo bien protegido, pero quizá lleva un calzado inadecuado o unos guantes poco protectores; su estado general puede ser bueno y, sin embargo, padecer lesiones en las orejas, la nariz, las manos y los pies. Podemos decir que se trata de una afectación local por el frío, a diferencia de la hi­potermia, que afecta a todo el cuerpo.

Al igual que en caso de quemaduras, las congelaciones se clasifican en grados, según su gravedad. Del más leve al más grave, estos grados son:

Congelación de primer grado: la piel de la zona afectada está extremadamente fría, pálida y rígida. El afectado siente dolor, hormigueos o pinchazos en la zona; otras veces la piel se insensibiliza.
Congelación de segundo grado: aparecen ampollas de color oscuro y la extremidad afectada se hincha, todo ello como consecuencia de la lesión de la piel afectada.
Congelación de tercer grado: se lesionan tejidos más profundos y la piel de la zona afectada se cae. Si el cuadro evoluciona, puede perderse el dedo o la extremidad por muerte del tejido.

La forma de actuar en este caso será:

  • Llevar al afectado a una habitación cerrada y caliente, y quitarle la ropa mojada y aquella que le comprima los miembros afectados.
  • Si está consciente, darle bebidas calientes y azucaradas que no contengan alcohol.
  • No frotar la zona afectada, pueden derivarse daños mayores.
  • Sumergir la zona afectada, si la congelación es de primer grado, en agua caliente (3S-40°C) o simplemente dejar que se caliente por el calor de la habitación, poco a poco.
  • No calentar las zonas que presenten una congelación de segundo o tercer grado para evitar el intenso dolor que esto produce.
  • Mantener el miembro afectado en reposo y elevado.
  • En caso de congelación de segundo o tercer grado, cubrir la zona con gasas secas para evitar la infección.

Siempre recordar que, más allá del resultado, una persona que ha sufrido una congelación debe ser trasladada a un centro médico para un examen completo.

Síntomas de hipotermia

Todos sabemos lo que ocurre cuando tenemos frío: las partes más alejadas del centro del cuerpo (nariz, manos, pies) se enfrían y nos ponemos a tiritar. Con los temblores, los músculos intentan producir calor. Pero cuando los mecanismos de mantenimiento del calor se agotan, aparecen una serie de trastornos que pueden ser muy graves, incluso mortales:

  • Se produce un cambio de comportamiento: la persona se encuentra como ausente, le cuesta hablar y no responde a las preguntas.
  • Existen dificultades para andar o moverse, así como caídas frecuentes.
  • Los miembros dejan de temblar y se encuentran rígidos.

Por debajo de 34°C de temperatura corporal, el individuo pierde la conciencia, la respiración se vuelve lenta y el ritmo cardíaco es muy débil. El afectado puede morir. La piel está pálida y fría, y las mucosas azuladas.

El objetivo de la actuación ante una persona con hipotermia es conseguir que su organismo alcance de nuevo una temperatura normal. Esto debe hacerse de forma gradual, para que los vasos sanguíneos se vayan dilatando poco a poco. Si se hace de forma rápida, los vasos sanguíneos se dilatan bruscamente y la sangre se enfría todavía más al pasar por unos músculos todavía muy fríos; las consecuencias pueden ser nefastas. Lo mejor es:

  • Llevar al afectado a una habitación cerrada y caliente, y quitarle la ropa mojada o fría.
  • Aumentar su temperatura corporal desde fuera poco a poco. Puede hacerse metiéndolo en una ba­ñera con agua tibia (unos 40°C) o envolviéndolo en mantas y ropa cálida.
  • Si está consciente, darle bebidas calientes y azucara­das que no contengan alcohol.

Sea cual sea su estado y el resultado de nuestra actuación, una persona que ha sufrido hipotermia debe ser trasladada a un centro médico para un chequeo.

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